lunes, 15 de noviembre de 2010

Erwin Rommel

Hoy es el aniversario del nacimiento de Erwin Rommel, el más famoso y atípico de los líderes militares de la Alemania nazi. En numerosas ocasiones se insubordinó y rechazó ordenes de matar judíos, civiles y prisioneros de guerra. Incluso los aliados lo consideraban un caballero. En 1942, durante la campaña de África, se coló en un hospital de campo enemigo, preguntó si necesitaban suministros y más tarde se los hizo llegar. Compartía un par de rasgos en común con Patton: era el líder militar más admirado por sus enemigos y sus tropas tenían una fe inmensa en él. Al igual que Montgomery, Patton y otros líderes de la Segunda Guerra Mundial, Rommel era un veterano de la Primera.


Rommel comandó tanques por primera vez sin experiencia previa, pero con ellos llegaría a la fama.Fue un gran lider de unidades blindadas desde el principio, llevando la táctica blitzkrieg (masivo ataque frontal sin preocuparse de proteger flancos o retaguardia) hasta los últimos extremos: no se detenía ni siquiera al ganar una batalla, seguía avanzando hacia el próximo enemigo. Era capaz de desplazar su División tan rápido que en numerosas ocasiones el propio Alto Mando nazi ignoraba su paradero. Por este motivo fue conocida como la famosa "La División Fantasma", podía aparecer en cualquier lugar, en cualquier momento. Durante los primeros años de la guerra, antes de que los aliados se adaptaran al blitzkrieg, el poder intimidador de Rommel y sus fuerzas era enorme.


En África Rommel alcanzó la cima de su popularidad, se le considera uno de los mejores líderes militares en terreno desértico de la historia. La propaganda nazi lo convirtió en uno de los mayores héroes del pueblo alemán. Sin embargo, también en África encontró la horma de su zapato, cuando el general Montgomery derrotó todos y cada uno de sus movimientos en la Segunda Batalla de El-Alamein y lo forzó a retirarse. El Zorro del Desierto había perdido sus colmillos y sus horas finales en África se acercaban. El choque en El-Alamein entre Rommel y Montgomery es considerado el punto que hizo creer a los aliados que derrotar a los nazis era posible.


El Alto Mando nazi, por otro lado, desconfiaba de Rommel: muchas veces se negaba a matar civiles o mantener posición y, de hecho, rechazaba la mayoría de las ordenes que no le gustaban por la inmunidad que su gran amistad con Hitler le daba. Rommel acabó al mando de las fuerzas del Eje en Normandía, un destino de menor importancia ya que tras la campaña de desinformación aliada Hitler creyó que la invasión aliada sería a través del Paso de Calais. Así, las defensas de Normandía no eran óptimas, y no permitieron a Rommel emplazar las unidades blindadas como él deseaba. Cuando llegó el Día D, el principio del fin del Tercer Reich comenzó mientras Rommel estaba de permiso. Las tres divisiones de tanques de que Rommel disponía permanecieron a la espera de órdenes que no llegaron.


Paralelamente, el genocidio nazi iba en contra del honor militar en el que Rommel creía, y como amigo personal de Hitler vio que la salud mental del Fürher se deterioraba. Rommel se unió a la conspiración que se inició contra él, pero los conspiradores fracasaron. Nadie del Tercer Reich osó revelar la participación del gran héroe en la trama. Un juicio contra Rommel hubiera dañado mucho la imagen pública del régimen, así que le dijeron que si se suicidaba su familia no sufriría las consecuencias. Rommel se suicidó con una pastilla de veneno un 14 de octubre de 1944, y Hitler cumplió con su palabra: fue enterrado con todos los honores y su familia recibió una pensión que garantizaba su futuro. Hasta los Juicios de Nuremberg no se conoció la verdad sobre su muerte.

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