miércoles, 13 de agosto de 2008

Vaya olimpiadas

Vaya olimpiadas más marrulleras. El gobierno chino prometió libertad de prensa, les concedieron los juegos y rompieron la promesa. Hemos visto el “abritraje” del judo. Tenemos el caso de la natación sincronizada. Oigan, si no podían entrenar en la piscina que alquilaron, ¿por qué no informaron cuando hicieron la reserva? Clara manipulación, ya que el Comité Olímpico chino sabía perfectamente lo que pasaba pero se callaron para evitar que las españolas entrenaran adecuadamente.

Por no hablar del tema de las gimnastas chinas. Jovenes promesas que el año pasado tenían 13 y 14 años y, por tanto, no podían competir, de repente han cumplido 16 años y ya pueden hacerlo. Pero claro, quejarse oficialmente supondría un conflicto diplomático internacional. Para que luego digan que en las olimpiadas no hay política.

Claro, no es sólo política, también está el negocio. China es una economía en clara expansión. Ellos se promocionan para potenciar inversiones extranjeras y las empresas de fuera se patrocinan en el mercado chino. Negocio redondo. ¿A quién le importa quién se cuelgue las medallas? Al COI no, desde luego, viendo todos los fraudes que permiten. Al gobierno chino está claro que sí, ya que hacen todas las trampas que pueden para beneficiarse también en lo deportivo. Y me gustaría dejar de oír sandeces como que en China no hay dictadura porque son comunistas, comentarios como este no dejan en buen lugar el coeficiente de inteligencia medio de los españoles.

En España, desde Barcelona 92, hay una especie de romanticismo heroico asociado a las Olimpiadas y la mayoría de la gente está dispuesta a cerrar los ojos. Una cosa es quejarse de los árbitros (uno de los deportes nacionales por excelencia), pero desafortunadamente mucha gente no ve más allá.

Por otra parte, me pregunto a qué viene esa nostalgia romántica de Barcelona 92. Acaso haya gente que aún no relaciona la inversión olímpica con la crisis económica de mediados de los 90. Todo muy bonito de cara al exterior y los españoles a callar y a comerse el marrón.

Está claro que hoy día deporte, política y económica son casi indisociables.

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